Y aquí las tenemos. Ocho cajas llenas de la flamante reimpresión de De tres a cinco minutos, la novela de Reyes Navas que tantas alegrías nos está dando. Aquí llevan desde el lunes. Ni las tormentas de toda la mañana impidieron que Kadmos –la imprenta de Salamanca en la que imprimen nuestros libros con tanto mimo– hiciera su puntual entrega. Las distribuimos en los altos de los muebles de la casa (¡ja!, ¿pensábais que teníamos almacén? Cositas…) lejos de las garras de Benito y, desde entonces, nos miramos de reojo. Cuando me clavan la mirá, les retiro la mía para no dar pie a que me pidan lo que sé que, más pronto que tarde, debo hacer.
Para empezar, escribir este texto en el que os tenía que contar que, aunque nos hemos resistido todo lo posible para no reimprimir (más adelante entenderéis el porqué), esta novela es perseverante como ella sola (casi al mismo nivel que su autora y editora). Roza la piel de los lectores y les produce un escalofrío. Les hace sufrir, les cabrea y les espabila. Les envalentona, les violenta. Y también les hace empáticos y les despierta mucho sentir por María, su protagonista.
Si ya es hermoso que la gente querida continúe apoyando un proyecto como Barbarie editora, que lo quiera compartir además con sus amigxs es maravilloso. ¡Gracias! Hay veces que soñamos con que completos desconocidos se hagan con nuestros libros o acudan a algún acto que organicemos, como si esto fuera el medidor de haber llegado a algún lugar. Pero mientras lo escribimos pensamos que eso no va a ser posible porque la comunidad de lectorxs bárbarxs se está tejiendo a base de conectar(nos). Ojalá conoceros a cada unx de vosotrxs, queridxs bárbarxs, seáis decenas, cientos o miles (¿os imagináis?).
La letra pequeña de reimprimir
¿Y por qué no íbamos a querer reimprimir, entonces, si lo que deseamos es hacer un corro de esos amplios donde nos agarremos las manos bien fuerte y no paremos de jugar? Pues teníamos varias razones.
La principal era el coraje que nos daba volver a imprimir cuando tenemos más de 60 libros en “depósito” (os explicamos qué significa esto en el Pie de página). Este panorama no es solo nuestro, lo viven editoriales chicas y grandes, pero cuando tienes una tirada de unos pocos cientos de ejemplares, es muy difícil valorar cuántos tienes realmente a disposición de lxs lectorxs.
El hecho era que, a pesar de los retrasos en recibir los cobros por las ventas de ejemplares, habíamos recuperado el pago de la impresión de la 1.ª edición (con los dos libros anteriores no lo conseguimos) y en casa ya no nos quedaban apenas. Imprimimos donde imprimen los admirados Impedimenta, Tránsito, Libros del Asteroide, Errata Naturae… los amigos de Comisura o Sabotabby Press…, compañeros que cuidan sus ediciones como oro en paño.
Nuestros libros no son baratos de producir (cuidamos mucho el tacto, la vista y el olfato de nuestros lectores, y ¡cómo no! el medio ambiente) y, a la vez, queremos ser justas con el precio repercutido a quien los lee.
Reimprimir suponía poner el contador de nuevo en números rojos, pero nos estábamos frenando a la hora de plantear actividades a corto plazo con la novela (¡a solo tres meses de su lanzamiento! y ya os hemos dicho que es muy echada pa delante). Así que, lo que sabíamos que iba a llegar, llegó. Y, además, con todo, porque no había más que ponerle: con su marca de 2.ª edición (no me dejéis comentarios, que me lo estoy viendo venir, que la RAE ya lo acepta como “reimpresión”) y su faja (uf, qué rabia me dan) con unos blurbs cariñosísimos de Marta Sanz y Benjamín Prado. Y, lo mejor, nuestra casa huele al mejor olor del mundo: a papel recién impreso.
¿Hay alguien ahí fuera?
Y tras la reimpresión, las preguntas al aire: ¿Venderemos esta 2.ª edición? ¿Recuperaremos esta nueva inversión? Todo lo económico no es nuestra prioridad (aunque es importante) porque, como buena emprendedora cultural, tengo (soy una sola persona aunque hable en plural, ¿qué os pensábais?) un 2.º trabajo que me permite sobrevivir.
¿Llegaremos a esos lectores que sabemos que disfrutarían de esta historia, que se sentirían conmovidos e interpelados por ella, que tomarían como ejemplo para desarrollar sus propias creaciones o superar sus propios conflictos? Es lo que más deseamos. Que De tres a cinco minutos llegue a las manos de lectorxs intrépidxs, valientes, que se cuestionen y tiendan la mano a temas complejos.
¿Contamos contigo para conseguirlo?
Nota al pie: Tener un libro en “depósito” significa que la distribuidora envía a las librerías un ejemplar sin que abonen nada por ellos. Pueden devolverlos uno por uno hasta muchos meses después y, aunque también se pueden vender, los cobraremos quizás en medio año, sin exagerar. Como curiosidad, los libros que vendimos en la 1.ª presentación de la novela (que vamos por cuatro y seguimos…) aún constan como depósito. ¡Tres meses después! Cuando nos los reconozcan como vendidos, emitiremos una factura y tardaremos en cobrar otros tres meses. Si hasta nos pueden devolver los que las librerías nos compran en firme (abonan) y están colocados en librerías…
Comparte, regala o lee esta historia de aguas y raíces. Ejemplares de la 2.ª edición ya disponibles en nuestra página web.